4 El encuentro de Jesús con...
Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, iy eres to el que viene a mi encuentro! (Mt 3, 14).
"Los evangelios relatan numerosos encuentros de Jesús con hombres y mujeres de su tiempo. Una característica común a todos estos episodios es la fuerza transformadora que tienen y manifiestan los encuentros con Jesús, ya que `abren un auténtico proceso de conversión, comunión y solidaridad"
Juan Pablo II, Ecclesia in America, 8.
En muchas oportunidades se ha dicho que la catequesis no
es una clase sino un encuentro.
Es preciso reafirmar esta distinción,
ya que cada catequista es enviado a ser gestor de encuentros en torno a
la Palabra. La catequesis es encuentro porque Dios mismo lo es: la
comunión del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo es la expresión mas
perfecta del encuentro interpersonal.
Esta misma comunión nos ofrece el Padre al enviar a su Hijo y hoy es el Espíritu quien nos anima a encontrarnos con la Palabra en comunidad.
Jesús promueve el encuentro interpersonal para educar, para liberar, para dar sentido a la vida, para animar el hombre a desplegar su fuerza transformadora en el mundo.
Nos volvemos a preguntar, ¿cómo educa el Maestro de Nazaret?
Siempre parte de la vida, de la realidad de sus interlocutores. Sale al encuentro de los demás en su peculiar circunstancia: se sube a la barca de Pedro, va a la casa de Zaqueo, se sienta junto a la Samaritana al borde del pozo, camina junto a los discipulos de Emaús... en cada caso, la realidad del destinatario es el escenario de encuentro.
El encuentro no es fortuito; si bien Jesús suele hacer catequesis ocasional (respuesta a preguntas que surgen en el diálogo cotidiano), El propicia el encuentro al ir en busca de quien necesita su palabra, al acercarse y preguntar, al escuchar con atención angustias, dudas, interrogantes.
Los encuentros no son superficiales... no se trata de un diálogo "al paso", falto de compromiso y de real interés... Si conocieras el don de Dios... dice a la Samaritana en respuesta a la angustia vital que la acompañaba... El diálogo sincero lo lleva a descubrir el estado de su interlocutor.
Jesús tiene un profundo lenguaje existencial, habla de la vida para dar Vida; habla de la vida para dar sentido a esa vida. El encuentro se caracteriza por la sencillez. Jesús habla "desde el llano", un lenguaje comprensible para sus interlocutores: El viento sopla donde quiere, dice a Nicodemo.
Pero todo encuentro es "desinstalador". Jesús sorprende, moviliza a sus oyentes, en muchas ocasiones hace y dice lo inesperado.
• A la Samaritana (con quien dialoga a solas): Ve, llama a tu marido y vuelve aqui. La mujer respondió: No tengo marido. Jesús continuó: Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad (Jn 4, 16-18).
• A Zaqueo, el publicano (despreciado por ser considerado aliado del poder romano, pecador público. Un buen judio no entraba en casa de un publicano para evitar "contaminarse": Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa (Lc 19, 5).
El papa Francisco describe magistralmente esta opción pedagógica del Senor: "Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas, pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: 'Fíate de mi, no tengas miedo, dejate sorprender, sal de ti mismo y sígueme'".
La confianza será, en cada encuentro, el ingrediente fundamental que posibilitará que "ardan los corazones" y, así, dar lugar al cambio: despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre nuevo.
Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces mas, afirma Zaqueo desde su profunda alegria de hombre renovado por el perdón (Lc 19, 8).
En los evangelios se narran muchos encuentros personales que tiene Jesús con diversos interlocutores. Una lectura profunda de cada uno nos permitirá reconocer su estilo catequístico para inspirar nuestra tarea catequística. Elige una de las citas y leela atentamente. Luego escribe las acciones desarrolladas por Jesús (verbos) que están en sintonía con la pedagogía del Padre.
Los primeros discipulos (Jn 1, 35-51) Pedro (Lc 5, 1-11) La Samaritana (Jn 4, 1-42) El ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41) Nicodemo (Jn 3, 1-21) El joven rico (Mt 19, 16-22) Zaqueo (Lc 19, 1-10) La mujer adúltera (Jn 8, 1-11) Los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) Maria Magdalena (Jn 20, 1-18) Tomás, el mellizo (Jn 20, 19-29) Pablo en el camino (Hech 9, 1-25)
Para pensar y responder:
• ¿Como educa Jesús? ¿como gesta el encuentro con las personas?
• En el diálogo con sus interlocutores, ¿que imágenes utiliza? ¿De que recursos se vale?
• Describe detalladamente el actuar pedagógico de Jesús.
• Plantea una comparación entre el encuentro elegido y tu propio encuentro personal con Jesus: ¿cual o cuales de las características mencionadas intervinieron en ese encuentro personal? Piensa en el tiempo en el que se desarrolló, en el lugar, en tus necesidades, en los signos o medios que intervinieron, en tu respuesta...
• Finalmente, este encuentro reflexionado, ¿que le dice a tu tarea como catequista? ¿Hacia donde te orienta? ¿Que nuevo compromiso hace gestar en tu corazon?
Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice: Dame de beber, tú misma se lo hubieras pedido, y el te habría dado agua viva (Jn 4, 10).
Pensemos en canciones como:
* Si supieras quien te pide, canción del padre Nestor Gallego, de la obra Amigos de Jesús. Signo producciones.
* Dame de beber, de Salomé Arricibita
Un simple pedido es oportunidad para concretar un encuentro. La Samaritana necesita extraer agua pero, más profundamente, necesita comprensión. ¡Cuantas de nuestras relaciones humanas son superficiales! Pero, ¡cuantos hombres y mujeres requieren una atenta escucha a sus angustias! El catequista, como Jesús, ha de estar preparado para la escucha, venciendo la tentacion de la respuesta facil. Porque es necesario descubrir qué es lo que aleja al hombre de su relación con Dios... para orientar, para animar, nunca para condenar.
"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, triste-zas y angustias de los discipulos de Cristo. Nada hay verda-deramente humano que no encuentre eco en su corazon". Concilio Vaticano II, Gaudium et spes. Constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo contemporáneo, 1965, n° 1.