Metodología catequística

En base al libro de PABLO GAREGNANI "Para encender la Catequesis con el fueguito de la Palabra" 

Discípulos del "CAMINO" 

Hechos 9, 1-2. "Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén."

A los primeros creyentes en Cristo todavía no se los llamaba "cristianos" sino "los del Camino" Que el grupo saque sus propias conclusiones.

Introducción

     Tiberiades es un lugar especial en la vida de Jesús. Numerosos acontecimientos tienen como escenario las aguas de este lago al que, a veces, en los evangelios, se lo llama mar de Galilea o Genesaret. Allí navegó junto a sus discípulos recorriendo, en plan misionero, los poblados y aldeas que recibían, gustosos, su palabra de vida. Tiberiades es testigo de grandes predicaciones, de bellas y sencillas parábolas, de milagros conmovedores. Pero, fundamentalmente, Tiberiades es el lugar del encuentro. Allí Jesús conoce a los primeros discípulos, los moviliza con sus palabras y los invita al seguimiento. 
     Navega mar adentro (Lc 5, 4) dice Jesús a Pedro, para permitirse sumergirse en lo mas profundo de su corazón.

    Uno de esos encuentros a orillas del Tiberiades sucede al presentarse Jesús resucitado a un grupo de discípulos, narrado por el evangelio de Juan (21, 1-14). En ese con-texto, Jesús resucitado les prepara un encuentro personal... 
    El texto nos dice que siete discípulos habían decidido salir a pescar. Esta acción resulta un tanto curiosa ya que ellos habían abandonado todo por seguir a Jesús. Habían dejado atrás el oficio de pescadores, ahora eran "pescadores de hombres". Ante esto, se ha dicho que la falta de fe de los discípulos los llevo a regresar a su vida pasada. Pero una mi-rada distinta nos permite encontrar otra perspectiva.

Al resucitar Jesús y experimentar su cercanía, los discípulos comenzaron a percibir que su vida nunca sería igual. Ahora que el Señor había resucitado, ¿Qué hacer? Estaban frente al inicio de una gran obra y había que dar el paso decisivo... pero, antes, una mirada hacia atrás permitiría ver todo el proceso recorrido. 

En una situación decisiva, se necesita ver el proceso transitado, para dar fundamento a la acción e impulsar el compromiso de fe con el Resucitado. Y así vuelven a pescar... pero, como tres años atrás, la pesca es nula y el consejo de un desconocido revierte las cosas: Tiren la red a la derecha y encontrarán, les dice Jesús. Así lo hacen y vuelve a repetirse la escena que impulsó la conversión de Pedro: una pesca abundante.

    Seguramente, ese desconocido les resultó familiar. Es Juan -el discípulo amado- quien alcanza a reconocerlo, pero es Pedro quien se arroja, impetuoso, al agua, para encontrarse con su Señor.  
    Finalmente, al llegar a tierra, encontraron fuego encendido, pan y pescado a las brasas. Jesús les había preparado el encuentro y ahora los calentaba con el "fueguito" de la Palabra. Para todo catequista, el capitulo final de Juan es una orientación en la tarea:  Aprender a preparar un verdadero encuentro donde cada hombre y mujer puedan sentirse cobijados por la presencia de Jesús.  
    Porque de eso se trata, de encontrarnos y dejar que la Palabra anide en nuestros corazones para dar, como cada uno de los discípulos, una respuesta de fe, comprometida y audaz, un "gran paso" en el seguimiento del Señor. 
    En la catequesis el Único que enseña es Cristo, el Pedagogo de Dios y Tiberíades es el lugar privilegiado para ese encuentro, siempre nuevo.

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