5. El MÉTODO CATEQUÍSTICO

Nadie puede venir a mi, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el Ultimo dia. Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oye al Padre y recibe su ensenanza, viene a mi (Jn 6, 44-45).

LA PALABRA ORIENTA LA CATEQUESIS 

El metodo catequístico tiende a confrontar la vida del discípulo con la Palabra de Dios. Si el mensaje no llega a la persona en su situación existencial, no será una palabra significativa. 

El encuentro entre la vida y la Palabra han de llevar al oyente del Evangelio a dar una respuesta de fe a Dios que le habla personalmente. No es posible plantear la disociación entre método y contenido. El método esta al servicio del mensaje (contenido) y hace posible que este llegue a la situación existencial del catequizando. De lo contrario no será una palabra significativa, una verdadera palabra catecumenal. Insistimos: esta posición no menosprecia el valor del contenido, a la vez que, sobrevalora el método. Por el contrario, la utilización conveniente del método catequístico pone de relieve el mensaje acercando el depósito de la fe al hombre, en su realidad y sus circunstancias, que son parte constitutiva del contenido catequístico.

Este método forma parte de una variedad de métodos que el Directorio Catequistico General denomina "via ascendente" (DCG 151). Es decir, partiendo de la vida se llega a la fe.

El método catequístico consta de tres momentos. No tienen una frontera precisa que los distinga uno del otro: los momentos se superponen, su dinamica tiene que ver con la apertura del hombre a escuchar y recibir la Palabra. Distintos nombres reciben estos momentos, a saber: 1º) Experiencia vital, Situación, Cuestionamiento, Interrogante, Punto de partida.
2º) Iluminación, Anuncio de la Palabra, Proclamación del mensaje.
3º) Respuesta, Vida nueva, Compromiso, Momento eclesial.
Al leer atentamente los diversos encuentros personales narrados por los evangelios, podemos apreciar cómo educa Jesús siguiendo estos tres pasos o momentos.
El pasaje de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35) lo expresa claramente:

Situacion inicial (Lc 24, 13-24)
Ese mismo dia, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: ¿Qué comentaban por el camino? Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ¡TU eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días! ¿Qué cosa?, les preguntó. Ellos respondieron: Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres dias que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos Ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron. El punto de partida en toda catequesis ha de ser el momento en el que se intenta conocer los interrogantes vitales de los catequizandos; esto es: la situación de vida.

En el caso de los discípulos de Emaús, su situación era de tristeza, desconcierto, decepción: Cristo, en quien habían puesto toda su esperanza, estaba muerto. Todo lo que habían construido, se había derrumbado. Desde esta situación, Jesús catequiza.

En nuestra catequesis, necesitamos conocer cuales son los interrogantes de los catequizandos con respecto a lo que queremos anunciarles. Para que la Palabra que vamos a acercarles sea para ellos una palabra catequizadora.

Este momento no debe confundirse con la motivación, con incentivar la participación de los catequizandos en el encuentro. Una verdadera motivación hará surgir los interrogantes que estos tienen y, desde allí, el catequista, podrá anunciar a su situación concreta el mensaje de salvación.

¿Cómo planificar este momento?
En primer lugar se necesita conocer bien a los catequizandos: saber sus nombres, conocer sus familias, si proceden de un ambiente evangélico o no, saber cuales son sus gustos, necesidades... Esto nos permitirá delinear mejor nuestra catequesis. Varios recursos nos permiten hacer surgir la situacion de vida:
• Una pregunta: "¿Que piensan ustedes de...?".
• Una frase: "La vida es una herida absurda".
• Una buena canción: de contenido catequístico o no.
• Un cuento movilizador.
• Un video, película, documental, serie...
• Una fotografia, un buen dibujo...

• Una noticia tomada de un periodico o revista.

Estos recursos, si se utilizan bien, nos permitirán conocer qué piensan, qué opinan, qué saben, qué les acontece sobre aquello que debemos presentarles.

Es importante partir siempre de un hecho de vida.

Iluminacion (Lc 24, 25-27)
Jesús les dijo: 'Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él.

El momento de la Palabra de Dios es el central dentro de la catequesis: si faltara, no podríamos hablar de encuentro catequistico. La proclamacion de la Palabra viene a iluminar la experiencia vital: es el momento de confrontar la vida con la Palabra y dejarse interpelar, cuestionar por ella.

Una vez proclamada la Palabra es preciso profundizarla. Aquí el aporte del catequista es muy importante. Para esto, será necesario leer con atención el texto a proclamar, conocer su significado buscando como aplicarlo a la vida cotidiana.

Para enriquecer el aporte, se pueden leer las referencias que las buenas traducciones de la Biblia brindan a pie de pagina: cuándo fue escrito el texto, en qué circunstancias, los lugares y personajes que se presentan, etc. Por último, la consulta de otras obras, especialmente el Catecismo de la Iglesia, será de mucha utilidad para hacer un aporte catequístico.

A continuación del aporte, se puede profundizar el texto con preguntas que motiven un trabajo personal o en grupo; o bien, utilizando algún recurso (película, canción, cuento) que permita diseñar una actividad para ahondar en el mensaje del texto bíblico.


Respuesta (Lc 24, 27-35)
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademan de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba. El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: ¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Al encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón! Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

La escucha atenta de los discípulos de las palabras de Jesús cala hondo el corazón. Por eso no sorprende la invitación a quedarse con ellos. ¿Cómo confiar en un desconocido?
Es que aquel que iba con ellos en el camino creó un ambiente de confianza y seguridad. La escucha atenta de la Palabra (con fe y con un corazón abierto) hace necesario que el encuentro se prolongue e invita a sentarse a la mesa para la fracción del pan. 

Reconocer al Resucitado impulsa a los discipulos a volver a Jerusalen y compartir con la comunidad de discípulosla experiencia de fe junto al Senor.

El encuentro con la Palabra exige una respuesta. Aquella situacion inicial, iluminada con la Palabra divina, necesariamente ha de cambiar: es tiempo de responder a Dios que ha hablado.

Por esta razon es que se conoce a este momento con el nombre de "Vida nueva": se deja atras al hombre viejo para revestirse del hombre nuevo (Cf. Ef 4, 22-24).

Frente al mensaje proclamado, es preciso proponer un compromiso como respuesta de fe a ese mismo mensaje: ¿a qué te compromete esta Palabra escuchada? O ¿qué acciones podrías desarrollar para hacer realidad el mensaje del Evangelio? Esto es buscar que el catequizando asuma un compromiso concreto y realizable.

La oración forma parte de esta respuesta a Dios que nos habla: toda oración es respuesta al Señor que tomó la iniciativa.

El método catequístico acompaña el proceso de maduración en la fe que realiza todo catequizando. El catequista, como Jesús, ha de estar atento a la realidad de los catequizandos: ¿Qué comentaban por el camino?; para que el anuncio de la Palabra de Dios llegue a lo mas íntimo de la persona: ¿No ardía acaso nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino?; y, desde alli, se impulse al discípulo a asumir el camino de la conversión, respuesta comprometida a la iniciativa de Dios: Se pusieron en camino para contar a todos que Cristo había resucitado.


CATEQUISTAS EN ACCION

En el cuadro encontrarás otros encuentros personales narrados en los evangelios y en el libro de los Hechos - ¡los primeros cristianos aprendieron a educar al estilo del Señor! -. Aprecia como educa Jesús siguiendo los pasos descriptos previamente.

• ¿Que características da Jesús a cada momento?
• ¿Como reaccionan los interlocutores en los diversos momentos del método?
• ¿Todos responden afirmativamente a la propuesta de Dios? 
• ¿Que instrumentos y recursos se utilizan a lo largo del encuentro? 
• Déjate inspirar por la Palabra, ¿qué dicen estos encuentros a tu catequesis?



LA PALABRA SE HACE CANCION
 Pensemos en canciones como:

1) Los yuyos de mi tierra, poema de Mamerto Menapace musicalizado por las Hermanas Misioneras Diocesanas. Forma parte de la obra Soy la Iglesia que canta.

2) Camino de Emaus, en la obra Quedate con nosotros, Seminario Pontificio Mayor de Santiago de Chile.
La vida es tránsito, es camino y es encuentro. Desde que nacemos, iniciamos un andar que nos lleva por diversos caminos que la vida y sus circunstancias nos presentan.

A veces el camino es seguro; otras, escarpado y dificultoso. Tantas veces vemos cómo hay que desandar el sendero transitado, una y otra vez. Quien camina tiene un horizonte, una meta. Otros nos preceden en esa búsqueda; por eso, hay huellas que seguir. En el camino descubrimos que la vida es encuentro. Es allí donde experimentamos el amor, el valor del diálogo, la importancia de la compañía... pero también vivimos desencuentros y, de allí, la soledad y el dolor. 

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