9. La oración es RESPUESTA
Padre, to doy gracias porque me oiste. Yo se que siempre me oyes (Jn 12, 41-42).
LA PALABRA SE HACE CATEQUESIS
Señor, enseñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos (Lc 11, 1).
El
pedido de los discípulos a Jesús se trasladó, con el tiempo, a
la catequesis. Así, se espera que de los encuentros de catequesis,
todo catequizando pueda acercarse a la oracion.
Toda oración es respuesta del hombre a Dios que habla primero. Por tanto, el lugar propio de la oración en la catequesis es como respuesta de fe a Dios que nos ha hablado durante el encuentro, en su Palabra, en la vida comunitaria, en los signos compartidos.
En las Bases para la catequesis de iniciación de niños se afirma que la catequesis de la oración supone "un largo y progresivo proceso de iniciación a una actitud orante, tanto individual como comunitaria". Y se agrega: "Los catequistas cuidarán de no restringir esta iniciación a la simple memorización de fórmulas; por eso, harán hincapié en el proceso de interiorización y espontaneidad en la expresión, tanto explicando el sentido de las palabras como ayudando a vivir profundamente los gestos en la oración."
Dentro
del encuentro de catequesis, la oración ha de darse en un
clima de continuidad con el mensaje anunciado; no se trata, por
tanto de un adorno o un relleno. La oración verdadera exige ser
planificada como uno de los momentos centrales de la catequesis.
La
Iglesia nos enseña una gran variedad de formas de oración.Se
podrá iniciar al catequizando en aquellas formas más sencillas
para ir avanzando (si el proceso catequístico lo permite) en
profundidad en el diálogo con Dios.
Al
momento de planificar el encuentro, es conveniente recordar las
formas principales de oración que menciona el CIC (2626-2643): la
bendición, la adoración, la oración de petición y de intercesión,
la de acción de gracias y la de alabanza; junto con los
diversos modos: oración vocal, meditación y contemplación.
Aquí,
será importante trabajar las diversas posturas y gestosque
podrán facilitar la iniciación a la vida de oración:
•
Silencio:
interioridad, recogimiento, ensimismamiento.
* De
pie: respeto, atención, disponibilidad.
•
Extender
y elevar las manos: apertura al misterio de Dios, alabanza, acción
de gracias.
• Manos
juntas: recogimiento, disponibilidad para la oración, entrega.
•
Sentado: disposición del discípulo, atención, escucha, meditación.
•
Postración:
adoración, abandono.
Para todo catequista, Jesús es el maestro de oraciónpor excelencia. En los siguientes textos bíblicos encontraremoslos rasgos más salientes de la oración de Jesús.
•
Padre,
te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes (Jn 12,
41-42).
• Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra (Le 10, 21).
•
Ustedes
oren de esta manera: Padre nuestro... (Mt 6, 9-13).
• Pidan
y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá (Mt
7, 7 -11).
• Tú,
en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación (Mt 6, 5-8).
•
Porque
donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre (Mt 18, 19-20).
• Jesús
se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando
(Mc 1, 35-38).
• No
se haga mi voluntad, sino la tuya (Mc 14, 32-42).
LA
PALABRA SE HACE ORACIÓN
La oración de Matías (Adaptación de La oración de Matías, en Cuentos rápidos para leer despacio 1, Casalá/ Pisano, San Pablo, Buenos Aires.)
Aquella vez, la catequista de Matías estuvo insistiendo mucho sobre la importancia de saber de memoria las oraciones.
Resulta que se había enterado de que el obispo de su diócesis iba a visitar la parroquia y tenía interés de darse una vuelta por las salas de catequesis. Y todos sabían que al obispo le encantaba preguntara los chicos de catecismo si sabían las oraciones.
Es más, el obispo formaba su opinión respecto de las catequistas del lugar según podía comprobar si los chicos y las chicas habían aprendido bien las oraciones del cristiano.
Esto
no tendría que ocasionar ningún problema, si
no fuera porque Matías, que era un chico muy buenoy
muy simpático, siempre había tenido dificultades con su memoria y,
a pesar de los esfuerzos que hacía, no lograba recordar nada.
Cuando se fueron todos, la catequista lo llamó y le habló aparte para pedirle que estudiara lo máximo posible.-Pero Señorita, usted sabe que yo estudio, pero no me queda;le aseguro que me esfuerzo mucho, pero tengo mala memoria.No crea que yo no estudio....
-Bueno, te creo, pero igual estudiá. Hacé un esfuerzo mayor,aunque sea por esta vez.
El
día de la visita del obispo llegó. Cuando ese hombre gordito,
bonachón y simpático se puso delante de todos, a Matías,que
se había sentado en el último lugar, le temblaron las piernas.
¿En
el último lugar, dije? No, se había sentado atrás del último y,
aprovechando que el de adelante era un muchachito bastante
corpulento, de Matías apenas asomaban unos pocos rulos del pelo.El
castañetear de los dientes no se escuchaba,pero
que Matías temblaba, les aseguro que sí. Y que la maestra estaba
más nerviosa que nunca, también.
El
obispo, después de saludar y de hacer algunas bromitas,dijo
lo que todos estaban esperando:-A
ver, este grupito... ¿cómo anda en la oración? Miró atentamentea
cada uno y dijo a una niña, Clarita, sentada cerca de él:
-Decime,
por favor, el padrenuestro. La niña arremetió con la oración sin
equivocaciones, lo que generó la felicitación del obispo.
Inmediatamente dijo a Pedro, que se ubicaba en el tercer banco:
-Decime el avemaría. Pedro brilló con el avemaría.
Nuevamente
las felicitaciones del obispo, que esta vez, incluyeron a la
catequista, se hicieron oír, . Y así estuvo un buen rato escuchando
las oraciones que decían los niños. Finalmente, satisfecho, decidió
irse. Pero dudó: -Veamos... uno más...
Después
de un pequeño silencio, dijo: -A ver, vos. Cuando dijo "vos",
sacó el dedo como si fuera un misil y señaló a Matías que seguía
escondido atrás del último. -¿Yo?
No, gracias.
-Sí, vos, pasá adelante y decí el credo. Se
imaginan que Matías, del credo, nada. Y del gloria, menos, ni
la del ángel de la guarda le salió.
-¿Me
podes explicar cómo haces para rezar, si no sabes las
oraciones de memoria? -le preguntó el obispo.
Matías,
que no era memorioso pero sí muy sincero,se
aclaró la garganta y le contestó: -Mire, padre, yo me arrodillo
junto a la cama, junto mis manos y trato de empezar. Cuando
veo que no me acuerdo nada, recito bien despacito el
abecedario, que lo sé desde primer grado, cuatro o cinco veces;
después le digo a Dios: Padre mío, te pido que juntes todas las
letrasque
te dije, en el orden que haga falta para que salgan mis oracionesde
la noche. Te quiero mucho. Hasta mañana.
La
catequista se puso colorada por la vergüenzay
no supo qué decir. Sin embargo, el obispo felicitó a Matíasy
lo puso como ejemplo, porque verdaderamente había encontradouna
manera bien auténtica para comunicarse con Dios.
La hermana Beatriz Casiello (Metodología Catequistica) nos enseña que la catequesis ha de partir de un anuncio que los niños van interiorizando y al que responden "con gestos y expresiones de fe". Eso es oración. Por tanto, no puede separársela del anuncio catequístico. La iniciación en la vida de oración exigirá un proceso educativo en el que será más importante enseñar a orar que enseñar fórmulas. Estas son la expresión de la Iglesia universal, pero su enseñanza y posterior comprensión dependerán del anuncio realizado.
En
la educación cristiana de niños, es preciso dar lugar a la
espontaneidad para que, cuando se presenten las oraciones
tradicionales puedan asumirse como "voz de la Iglesia que ora
en comunidad" (Casiello). Pero esto debe darse poco a
poco.
La Iglesia nos ofrece diversas formas de oración que es preciso incluir en nuestra catequesis en el momento indicado y teniendo en cuanta los destinatarios:
la Lectio divina, la Liturgia de las horas, las canciones de alabanza, la meditación de textos espirituales, la contemplación...
La oración personal y comunitaria es el lugar donde el discípulo, alimentado por la Palabra y la Eucaristía, cultiva una relaciónde profunda amistad con Jesucristo y procura asumir la voluntaddel Padre. La oración diaria es un signo del primado de la graciaen el itinerario del discípulo misionero.Por eso, "es necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a aprender este arte de los labios del Maestro"(Documento de Aparecida, 255).